OMC: NOTICIAS 2011

DIRECTOR GENERAL

> Declaración ante el Comité para el Desarrollo del Banco Mundial

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Declaración ante el Comité Monetario y Financiero Internacional del FMI

Sr. Presidente,

En nombre de la Organización Mundial del Comercio, quisiera felicitarle por su nombramiento como Presidente de este importante órgano.

En consonancia con las perspectivas macroeconómicas del FMI, según las previsiones de la OMC la recuperación del comercio mundial proseguirá.  El fuerte repunte registrado en 2010 (+14,5 por ciento) fue la contrapartida del colapso del comercio que se produjo en 2009, haciendo que el comercio mundial experimentara una recuperación en forma de V en que la existencia — y la resistencia — de las grandes cadenas internacionales de suministro de productos electrónicos, automóviles, maquinaria y otros grandes sectores manufactureros desempeñaron un papel importante en la transmisión de los altibajos de la demanda mundial de un país a otro.

Esperamos que en 2011 el volumen de las corrientes comerciales mundiales crezca en torno al 6,5 por ciento, aproximadamente la mitad de la tasa de crecimiento lograda en 2010.  Esa tasa de crecimiento inferior se debe a varios factores, entre ellos el hecho de que la expansión del comercio mundial se verá impulsada en mayor medida por la demanda interna, una evolución positiva que debería hacer que la recuperación fuera más sostenible y que facilitara la corrección de los desequilibrios externos.  No obstante, estas modestas previsiones reflejan también factores menos positivos. Las consecuencias de la crisis financiera aún se dejan sentir.  Además, el elevado desempleo en las economías desarrolladas y las estrictas medidas de austeridad en muchos países seguirán alimentando las presiones proteccionistas.

Por consiguiente, los Miembros de la OMC, y la comunidad internacional en general, deben seguir mostrándose vigilantes y resistir a esas presiones y deben procurar abrir mercados y no cerrarlos.

No puede darse por seguro que proseguirá la expansión del comercio mundial. Desde el establecimiento de la OMC, ha sido el resultado concomitante de: economías más abiertas que se benefician de políticas comerciales más liberales; la integración en el sistema de la OMC de economías orientadas al exterior, como China y también Viet Nam, Ucrania y otras;  la reducción a cero de los aranceles aplicados a nivel multilateral en sectores enteros orientados al comercio mundial, como el de las tecnologías de la información; y, sobre todo, el poderoso impulso hacia reformas económicas internas que supone para cada Miembro de la OMC la creciente globalización de la economía. El liderazgo político que hizo posible esa evaluación tan favorable tuvo por resultado la expansión del comercio mundial, principal motor del crecimiento mundial y de reducción de la pobreza.  Durante la reciente crisis económica, los gobiernos también pudieron apreciar en mayor medida el valor del sistema de la OMC como póliza de seguro contra el proteccionismo.

Actualmente, pese a los renovados compromisos y estímulos, el sistema de la OMC corre grave peligro de no poder concluir una ronda que se inició hace casi 10 años y que reportaría importantes beneficios económicos a todos los Miembros. Como si todos los beneficios que he descrito no se debieran a las decisiones y el liderazgo políticos de los dos últimos decenios;  como si esos beneficios fueran permanentes y nuestro sistema no tuviera que adaptarse para seguir respondiendo a las necesidades y los desafíos de cada época. En un momento en que los Miembros se han estancado frente a los últimos obstáculos de las negociaciones comerciales de la Ronda de Doha, a saber, las reducciones de los aranceles industriales para las economías desarrolladas y emergentes, no sólo olvidamos las enseñanzas de un pasado lejano, sino también las de un pasado reciente, cuando el sistema nos protegió de los peores males económicos.

Los gobiernos deben adoptar una visión de conjunto y distanciarse de sus estrechos intereses nacionales. Los Ministros de Finanzas siempre han desempeñado un importante papel a este respecto.  Debilitar el sistema de la OMC no tendría ningún interés económico ni político, y haría que resultara más difícil entablar nuevas negociaciones en el futuro.  Por consiguiente, el debilitamiento del sistema de la OMC se traduciría en una pérdida neta de beneficios económicos, si estamos de acuerdo en que ese sistema tuvo algo que ver con la expansión mundial experimentada desde la conclusión de la Ronda Uruguay. El mensaje que les transmito, si me lo permiten, es que vuelvan a sus capitales y pidan a sus dirigentes que consideren el costo del fracaso de estas negociaciones, tanto desde una perspectiva microeconómica como desde un punto de vista macroeconómico.

En resumen, el mensaje que les transmito hoy es que no debiliten a la OMC, que es uno de los ejemplos de gestión mundial razonablemente eficaces en el atribulado mundo actual.

Gracias por su atención.

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