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Después de la reunión, el Director General Azevêdo dijo lo siguiente:

“La crisis sanitaria más grave en un siglo ha provocado la peor crisis económica de nuestras vidas. Los efectos sociales y económicos ya han sido enormes: la reducción de la producción, la pérdida masiva de puestos de trabajo y el aumento del hambre. Se corre el riesgo de dar marcha atrás en los avances en la esfera del desarrollo logrados con tanto esfuerzo a lo largo de los años. Los economistas de la OMC prevén una disminución pronunciada del comercio en todas las regiones y sectores.

El comercio será un ingrediente importante de la recuperación económica. Las dramáticas medidas fiscales y monetarias que hemos visto son esenciales, y son acogidas con satisfacción. Pero las políticas comerciales también deben ir en la misma dirección. El cierre del comercio supondría conmociones innecesarias de la oferta, un crecimiento más lento, una menor productividad, mayores cargas de la deuda en términos reales y niveles de vida más bajos. La perturbación de las cadenas transfronterizas de suministro de equipo médico haría más difícil y costoso aumentar la producción que tanto se necesita. Mediante las restricciones al comercio de productos agropecuarios se corre el riesgo de que una emergencia sanitaria pase a ser una emergencia alimentaria.

Una crisis sin precedentes exige una solidaridad sin precedentes como respuesta, lo que incluye la cooperación en materia de comercio. Felicito a la Canciller Merkel por sus esfuerzos para promover esa solidaridad, en Europa y en todo el mundo”.

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