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Declaración conjunta del Director General de la OMC, Roberto Azevêdo, y el Director General de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus

La COVID-19 ha progresado rápidamente hasta convertirse en una pandemia y está teniendo unos efectos dramáticos sin precedentes en la salud y el bienestar social y económico de todas las comunidades del mundo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Mundial del Comercio (OMC) están determinadas a dar una respuesta efectiva a esta situación, en colaboración con otras organizaciones internacionales y sus respectivos Miembros. Es necesario emprender iniciativas coordinadas a escala mundial para hacer frente a los extraordinarios retos que plantea la pandemia para la salud de la población y para sus medios de subsistencia.

Nuestra máxima prioridad es proteger la vida, y esos esfuerzos pueden verse obstaculizados por perturbaciones innecesarias en el comercio y las cadenas de suministro a nivel mundial. Las decisiones de política comercial de los Miembros tienen una gran influencia tanto para garantizar que el equipo y los suministros médicos lleguen donde se necesitan urgentemente como para acelerar el suministro de insumos fundamentales para la producción de medicamentos y tecnologías sanitarias que permitan luchar contra la pandemia. Por consiguiente, resulta vital lograr que el comercio de tecnologías sanitarias siga siendo lo más abierto y previsible posible. De esta forma se ayudará a los países a afrontar la crisis, recuperarse de ella y establecer unos sistemas de salud que fomenten una mayor resiliencia en el futuro.

La OMS y la OMC están colaborando para respaldar los esfuerzos dirigidos a velar por que no se interrumpa el flujo transfronterizo de suministros médicos y otros bienes y servicios vitales, promocionándolos cuando es posible, y por resolver las perturbaciones innecesarias de las cadenas de suministro mundiales, en aplicación del Reglamento Sanitario Internacional (2005) y de las normas de la OMC. 

La finalidad del Reglamento Sanitario Internacional es prevenir la propagación internacional de enfermedades, proteger contra esa propagación, controlarla y darle una respuesta de salud pública proporcionada y restringida a los riesgos para la salud pública y evitando al mismo tiempo las interferencias innecesarias con el tráfico y el comercio internacionales. Las normas de la OMC dan a los Gobiernos la flexibilidad que necesitan para subsanar escaseces de suministros médicos esenciales y/o resolver problemas de salud pública. Pero, de acuerdo con los recientes llamamientos de los líderes mundiales, las medidas de promoción de la salud pública que restrinjan el comercio deben ser “puntuales, proporcionadas, transparentes y temporales”.  Los Gobiernos tienen que evitar adoptar medidas que puedan perturbar las cadenas de suministro y perjudicar a la población más pobre y vulnerable, en especial en los países en desarrollo y los países menos adelantados, que normalmente son dependientes de la importación de medicamentos y equipo médico.

Exhortamos a nuestros Miembros a que sigan comunicando sus medidas a la OMS y la OMC,de conformidad con los mecanismos de transparencia establecidos, que son hoy especialmente valiosos para dar una respuesta coordinada. Recalcamos la importancia de agilizar los controles de conformidad, mediante la cooperación normativa y la aplicación de normas internacionales, con el fin de garantizar que las tecnologías sanitarias, incluidos los medios de diagnóstico, los medicamentos, las vacunas y otros suministros médicos vitales para tratar a los pacientes infectados por coronavirus, lleguen rápidamente a quienes los necesitan. 

Aunque nos reconfortan los notables esfuerzos de investigación emprendidos y la rápida movilización de recursos públicos y privados para crear tecnologías sanitarias de lucha contra la COVID-19, instamos a los Gobiernos a que apliquen medidas de política encaminadas a promover en mayor grado sus actividades de investigación y desarrollo y la rápida difusión de los resultados de tales actividades en sus países y en el extranjero, a fin de velar por un acceso equitativo a tales tecnologías. Esas iniciativas pueden consistir en inversiones específicas, el libre acceso a los resultados de las pruebas clínicas, el reparto de los derechos de propiedad intelectual pertinentes, el incremento de la capacidad de producción, la apertura y transparencia de los regímenes de contratación, la eliminación de los aranceles aplicados a las tecnologías sanitarias pertinentes y las medidas de facilitación del comercio necesarias para reducir los costos y los plazos.

La acción mundial, la solidaridad y la cooperación internacional son más necesarias que nunca para poner remedio a esta situación sanitaria.  La OMS y la OMC están trabajando juntas para desempeñar la función que les corresponde.

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