El informe transmite tres mensajes principales: primero, la economía mundial hiperconectada de hoy en día, caracterizada por los profundos vínculos comerciales, ha hecho que el mundo sea más vulnerable a las conmociones, como los desastres naturales y causados por el hombre, pero también más resiliente ante ellas cuando aparecen.

Segundo, las políticas que tienen por objeto aumentar la resiliencia económica revirtiendo la integración comercial — por ejemplo, mediante la relocalización de la producción y la promoción de la autosuficiencia — pueden tener a menudo el efecto contrario, reduciendo de hecho la resiliencia económica. Y tercero, el fortalecimiento de la resiliencia económica exigirá mayor cooperación, tanto a nivel regional como multilateral.

“Si bien la OMC ya contribuye en gran medida a la resiliencia económica, puede y debe hacer más, ya que nos enfrentamos a un futuro marcado por un aumento de los riesgos y desastres naturales y causados por el hombre”, dijo la Directora General de la OMC Ngozi Okonjo-Iweala en el prefacio del informe. “Como hemos observado con las medidas comerciales relacionadas con la pandemia, es importante aumentar la transparencia y la previsibilidad para brindar a los encargados de la formulación de políticas y a las empresas la información que necesitan para tomar decisiones fundamentadas”.

“Las negociaciones en curso en la OMC sobre los servicios, la inversión, la agricultura, el comercio electrónico y las microempresas y pequeñas y medianas empresas podrían crear más oportunidades para el comercio inclusivo y la diversificación, lo que reforzaría la resiliencia de las economías en el futuro”, añadió. “El camino más prometedor hacia la resiliencia es la revitalización de la cooperación internacional, y no el aislacionismo”.

Los desafíos a los que nos enfrentamos son muchos y variados. Entre ellos cabe citar el cambio climático, que está provocando un aumento de fenómenos meteorológicos extremos como sequías, ciclones e inundaciones; la intrusión humana en los hábitats de los animales, que puede aumentar los riesgos de propagación de las enfermedades zoonóticas y de generación de pandemias; y el incremento de los casos de ciberataques y de fraude en los datos. 

El aumento de la desigualdad y la fragilidad económica, la creciente incertidumbre política y las tensiones geopolíticas también incrementan el riesgo de conflictos y violencia. Estos riesgos pueden interactuar entre sí y generar un efecto cascada en el medio ambiente, la economía y la sociedad.

En el informe se indica que la actual crisis sanitaria y económica causada por la pandemia de COVID-19, que ha generado perturbaciones sin precedentes en las cadenas de suministro mundiales y ha multiplicado las tensiones comerciales entre los países, ha sido una enorme prueba de resistencia para el sistema mundial de comercio.

Sin embargo, el sistema de comercio ha demostrado ser más resiliente de lo que muchos esperaban al comienzo de la crisis. Aunque inicialmente la pandemia ocasionó una fuerte contracción de las corrientes comerciales internacionales, las cadenas de suministro se han adaptado rápidamente, las mercancías — como los suministros médicos esenciales — han seguido circulando a través de las fronteras y muchas economías han empezado a recuperarse gradualmente.

El comercio también desempeña un papel fundamental en el mantenimiento del acceso a los bienes y servicios a escala mundial; por ejemplo, permite a los países hacer frente a las conmociones cambiando de proveedores cuando una crisis perturba las relaciones de suministro establecidas, sean nacionales o extranjeras. Es más probable que las empresas que participan en el comercio, sobre todo con exportaciones, sobrevivan a las recesiones económicas, debido a que su productividad es, en promedio, mayor que la de las empresas de sectores que no exportan, y a que suelen tener acceso a mercados más diversificados.

En el informe se afirma que las políticas que tienen por objeto aumentar la resiliencia económica mediante la relocalización de la producción, la promoción de la autosuficiencia y la reversión de la integración del comercio pueden tener a menudo el efecto contrario, lo que reduce de hecho la resiliencia económica. Es casi inevitable que dichas políticas reduzcan la eficiencia de las economías nacionales a largo plazo, ya que a la postre aumentan los precios de bienes y servicios y restringen el acceso a productos, componentes y tecnologías.

Según el informe, una mayor cooperación a nivel multilateral o regional, respaldada por unas normas comerciales internacionales sólidas, puede apoyar las diversas estrategias nacionales aplicadas para evitar y mitigar los riesgos y para prepararse para las conmociones, gestionarlas y recuperarse de ellas. A estos efectos, será crucial fortalecer y desarrollar la cooperación existente entre la OMC y las organizaciones internacionales y regionales, mientras que la promoción de la coordinación, la coherencia y el apoyo mutuo en esferas que van desde la prevención de riesgos, el socorro en casos de desastres y la salud pública hasta el cambio climático, la protección del medio ambiente y la estabilidad financiera consolidaría aún más nuestra resiliencia ante futuras crisis.

Los Miembros de la OMC pueden hacer más para promover la resiliencia económica, mejorando los mecanismos de transparencia existentes en el marco de la OMC con respecto a las medidas comerciales, aclarando en qué consiste un uso apropiado de las restricciones a la exportación de materias estratégicas o productos intermedios durante las crisis, aumentando la coordinación de las políticas de contratación pública aplicables a los bienes y servicios esenciales, y haciendo avanzar los trabajos sobre el comercio electrónico, las microempresas y las pequeñas y medianas empresas y el empoderamiento de las mujeres para crear nuevas oportunidades para hacer el comercio más inclusivo y diversificado y, por ende, más resiliente.