DISCURSOS — DG NGOZI OKONJO-IWEALA

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Presidente de la Duodécima Conferencia Ministerial, Excmo. Sr. Timur Suleimenov, Jefe Adjunto Primero de Gabinete del Presidente de la República de Kazajstán

Nuestros Vicepresidentes de la CM12,
el Excmo. Sr. Senador Jerome Walcott, Ministro de Relaciones Exteriores y Comercio Exterior (Barbados),
el Excmo. Sr. Don Farrell, Ministro de Comercio y Turismo (Australia),
la Excma. Sra. Harriet Ntabazi, Ministra de Estado para el Comercio (Uganda),
Presidente del Consejo General, Embajador Didier Chambovey,
Mis DGA,
Excelencias, señoras y señores.

¡Bienvenidos — por fin — a Ginebra! Es maravilloso verlos a todos ustedes aquí en persona. Por muy buena que sea la tecnología, ¡nada puede superar una reunión presencial!

Quiero dar las gracias a las autoridades suizas por su apoyo y generosidad en nuestro camino hasta aquí, y quiero dar las gracias al Presidente del Consejo General, Embajador Didier Chambovey (Suiza), a su predecesor, el Embajador Dacio Castillo (Honduras), y al maravilloso personal de la OMC por su ardua labor para hacer posible esta reunión.

Esta es mi primera Conferencia Ministerial de la OMC y es un gran privilegio presentarme ante ustedes como su DG con 15 meses en el cargo, dispuesta a prestar servicio y deseosa de hacerlo.

Aunque estoy orgullosa de ser la primera mujer, la primera africana y la primera americana en desempeñar esta función, lo que me más interesa es poder decir el miércoles, cuando concluyamos esta Conferencia, que fui la DG que estuvo apoyando a los Miembros de la OMC cuando se reunieron y alcanzaron resultados en un momento en que el mundo necesitaba realmente que lo hicieran. ¿Será fácil la senda que habrá que recorrer para el logro de resultados en esta Conferencia Ministerial? En absoluto. Espérense una senda tortuosa, accidentada, con unas cuantas minas sembradas en ella. Pero las sortearemos.

Ahora que estamos luchando contra la incertidumbre y crisis en múltiples frentes — la guerra en Ucrania y la consiguiente crisis internacional de seguridad que conlleva y las crisis sanitaria, económica, ambiental y geopolítica —, es el momento de demostrar que el multilateralismo funciona; de demostrar que la OMC puede lograr resultados para la comunidad internacional y para las personas a las que servimos.

Han transcurrido casi cinco años desde nuestra última Conferencia Ministerial. Si bien muchos Miembros adoptaron algunas medidas importantes en Buenos Aires — por ejemplo, en lo concerniente a la utilización del comercio como vehículo para el empoderamiento económico de las mujeres —, en esa reunión no se lograron realmente resultados. Aunque los Ministros se comprometieron a concluir las negociaciones sobre las subvenciones a la pesca, ni siquiera pudieron ponerse de acuerdo en reafirmar la importancia del sistema multilateral de comercio basado en normas y los principios fundacionales de la OMC, como consecuencia del déficit de confianza que se remonta al fracaso de la Ronda de Doha e incluso a antes. La cobertura mediática lo reflejó de manera brutal, con titulares uniformemente negativos sobre el fracaso de la OMC y el fracaso de los Ministros.

Permítanme hablar claro y decir que Ginebra ha internalizado muchos de esos mensajes negativos. El negativismo se ve agravado por los postulados negativos, aquí en Ginebra y en otros lugares, de algunos grupos de reflexión y grupos de la sociedad civil que consideran que la OMC no trabaja al servicio de las personas. Esto, por supuesto, no es cierto, aunque no hayamos podido demostrarlo claramente, pero empeora el déficit de confianza que he percibido en estos 15 últimos meses. A pesar de ello, los Embajadores han trabajado muy arduamente, tratando de superar obstáculos, de colaborar intensamente y de obtener resultados. Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a todos los Embajadores en Ginebra. Espero que ustedes, en su calidad de Ministros, puedan trabajar aún mejor para completar los resultados propuestos y volver a colocar así a esta Organización en una trayectoria orientada a los resultados. Me gustaría que dedicaran ustedes un poco del capital político que tienen guardado para sus acuerdos bilaterales y regionales a apoyar la conclusión de acuerdos multilaterales en la OMC.

Vale la pena invertir en esta Organización, por eso vine aquí. Vale la pena fortalecerla. El sistema multilateral de comercio es un bien público mundial que hemos construido colectiva y cuidadosamente a lo largo de 75 años. Aunque ciertamente no es perfecto, en comparación con otras épocas ha aportado más prosperidad a más personas que cualquier orden económico internacional anterior. Ahora, con la historia cerniéndose sobre nosotros, con ese sistema multilateral aparentemente frágil, es el momento de invertir en él y no de abandonarlo. Es el momento de reunir la voluntad política que tanto se necesita para demostrar que la OMC puede formar parte de la solución a las múltiples crisis relacionadas con el patrimonio común a las que hacemos frente.

Los desafíos a los que nos enfrentamos actualmente también constituyen una oportunidad. De hoy al miércoles, tenemos la posibilidad de demostrar al mundo que la OMC puede estar a la altura de las circunstancias. Que podemos actuar para corregir los problemas de esta institución, para reformarla y modernizarla. Que en Ginebra podemos concluir acuerdos que mejorarán la capacidad de todos los Miembros de responder a las aspiraciones de las personas en sus hogares — aspiraciones en relación con los alimentos, la salud, la seguridad, mejores empleos, el aumento del nivel de vida y el logro de un entorno sostenible en la tierra, en los océanos y en nuestra atmósfera —. Debemos mostrar a las personas que viven en mi aldea, que no saben lo que es la OMC, que la OMC importa, que la OMC se centra en las personas y que la OMC es para las personas.

Ahora, más que nunca, el mundo necesita que los Miembros de la OMC se reúnan y obtengan resultados. También tenemos que obtener resultados para quienes desean unirse a nosotros, a saber, los numerosos países, especialmente de África, Asia Central y Oriente Medio, que quieren adherirse a la OMC.

Si no logramos resultados — si permitimos o incluso aceptamos que se produzca una fragmentación económica y reglamentaria — los costos para sus ciudadanos serán considerables. Porque como dijo Martin Luther King Jr. en un contexto diferente, y cito textualmente: “Puede que todos hayamos venido en diferentes barcos, pero todos estamos ahora en el mismo barco… O nos salvamos juntos o nos hundimos juntos”. Yo sin duda no quiero hundirme, aunque sea en su compañía.

Los economistas de la OMC estiman que, si nuestra economía mundial interdependiente se divide en dos bloques comerciales autónomos, la consiguiente reducción de la especialización y de la propagación indirecta de conocimientos tecnológicos provocará por sí misma una disminución del nivel a largo plazo del PIB real mundial del 5% aproximadamente.  Para poner esto en perspectiva, se estima que la crisis financiera de 2008-2009 redujo un 3,5% la producción potencial a largo plazo de los países ricos. Y la estimación del 5% representa solo el principio del perjuicio económico. La reducción de las economías de escala, los costos de transición para las empresas y los trabajadores, la asignación desordenada de los recursos y las dificultades financieras causarían pérdidas adicionales. Los nuevos obstáculos comerciales y reglamentarios que se impusieran dentro de cada bloque incrementarían esos costos.

Un retorno a la “ley del más fuerte” en las relaciones comerciales internacionales sería costoso para los poderosos, y aún más perjudicial para todos los demás. Los países de ingreso bajo sufrirían las mayores pérdidas en cuanto a crecimiento potencial.

La división del comercio agravaría los problemas de desarrollo causados por la pandemia de COVID-19, haciendo mucho más difícil para los países pobres ponerse al nivel de los países más ricos. Sería un mundo con menos oportunidades, con aún mayor encono político y malestar social, y con intensas presiones migratorias al marcharse las personas en busca de una vida mejor en otros lugares. Los problemas de deuda que ya estamos viendo empeorarían. Redunda en interés de todos mantener el sistema multilateral de comercio en funcionamiento, para que sigamos disponiendo de condiciones claras y previsibles en lo que respecta a la colaboración comercial entre los distintos Miembros y alianzas.

 Las tensiones geopolíticas a las que nos enfrentamos son reales. No podemos fingir otra cosa, y yo no lo haría. Pero al mismo tiempo sería un error dejar que esas tensiones se extendieran a nuestra labor aquí. Si lo hacemos, las consecuencias para la labor de la OMC y las funciones del sistema multilateral de comercio serían graves. Son tiempos difíciles pero, cuando la marcha se pone dura, los duros se ponen en marcha. Soy optimista y creo que, con la voluntad política necesaria — expresión que me oirán decir muchas veces — podemos abordar las negociaciones que tenemos ante nosotros, respaldar las declaraciones que se formulen y tomar las decisiones que demostrarán al mundo que la OMC forma parte de la solución a los acuciantes problemas mundiales.

De cara a los días de intenso trabajo que tenemos por delante, inmediatamente después de esta sesión iniciaremos un intercambio de opiniones sobre los desafíos a los que se enfrenta el sistema multilateral de comercio. Ciento tres Miembros y observadores, una cifra sin precedentes, han manifestado su interés por hacer uso de la palabra en este período de sesiones. En las sesiones plenarias del pasado, el promedio era de unos 60. El gran número de intervenciones es prueba tanto de la pertinencia de la OMC como de la compleja coyuntura en la que nos encontramos. Espero que este período de sesiones permita a los Ministros entrar en acción mañana para abordar el programa completo que tenemos antes nosotros para la CM12. A partir de mañana por la mañana adoptaremos decisiones que respondan a las actuales situaciones de emergencia, en particular la pandemia y la crisis alimentaria. Después celebraremos otras sesiones temáticas dedicadas a la agricultura, la pesca, la reforma de la OMC y el Programa de Trabajo sobre el Comercio Electrónico y la moratoria. Esas sesiones, junto con las reuniones informales en diferentes configuraciones, están destinadas a que adoptemos posiciones que permitan obtener resultados.

Como saben, sus funcionarios de las capitales y sus equipos aquí en Ginebra han trabajado muy intensamente a fin de sentar las bases para el éxito de la CM12. Ustedes han recibido los diversos proyectos de textos, de declaraciones y de decisiones que les fueron enviados.

Los Miembros de la OMC deben responder a las crisis mundiales con sentido de urgencia. A este respecto, tendrán que completar la labor que permitirá a la OMC dar una respuesta holística a esta y a futuras pandemias. Esa respuesta consta de dos partes: una declaración sobre comercio y salud y un acuerdo jurídicamente vinculante relativo a una exención del Acuerdo sobre los ADPIC.

El camino hasta la presentación de esos documentos a ustedes ha sido un proceso difícil de arduas negociaciones tras casi dos años de escasos avances en esta última cuestión. Quiero dar las gracias a todos ustedes — los denominados países de la Cuadrilateral, los Embajadores, los negociadores, los expertos y los Ministros que han realizado la labor de base que nos ha permitido llegar a este punto — y a los funcionarios de la OMC que han respaldado esa labor. Lo que queda por decidir requiere voluntad política — y sé que la tienen — para que crucemos la línea de meta. El logro de un acuerdo sobre la respuesta a la pandemia permitirá a millones de personas acceder a vacunas asequibles y a contramedidas médicas en esta y en futuras pandemias.

La OMC debe responder también a una crisis alimentaria inminente. Las sequías, las inundaciones, las olas de calor y otros fenómenos meteorológicos extremos ya se habían unido a la COVID-19 y a los estrangulamientos en las cadenas de suministro relacionados con la pandemia para provocar un aumento de los precios de los alimentos en todo el mundo. La guerra en Ucrania ha agravado esta situación. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, los precios internacionales del trigo se han incrementado un 56% con respecto al mes de mayo del año pasado. Los precios de los cereales en general han aumentado cerca de un 30%.  Los precios recientes de los aceites vegetales han experimentado un incremento interanual del 45%. Y el índice de precios de los fertilizantes del Banco Mundial en los países de ingreso bajo y mediano es un 128% más elevado que hace un año.

Las economías de todo el mundo se enfrentan a presiones inflacionistas, y los pobres son los más afectados por los elevados precios de los alimentos y la energía. Aunque Rusia y Ucrania representan menos del 3% del comercio mundial de mercancías, ocupan un lugar importante en las exportaciones de productos alimenticios fundamentales, pues en 2019 proporcionaron el 25% del trigo, el 15% de la cebada y, junto con Belarús, el 20% de los abonos objeto de comercio internacional. Muchos países de ingreso bajo y mediano importan un porcentaje sustancial de sus alimentos e insumos agrícolas de la región. Por ejemplo, 35 países africanos importan productos alimenticios y 22 importan abonos de la región del mar Negro.

Los países de ingreso bajo se enfrentan a una situación catastrófica si no se adoptan medidas a nivel tanto nacional como internacional.

Los Miembros de la OMC pueden ayudar permitiendo la libre circulación de alimentos e insumos agrícolas, especialmente los destinados a fines humanitarios. El proyecto de Decisión Ministerial sobre la exención de las restricciones a la exportación para las compras realizadas por el Programa Mundial de Alimentos con fines humanitarios y el proyecto de Declaración Ministerial sobre Comercio y Seguridad Alimentaria les brindan a ustedes la oportunidad de hacer que los Miembros de la OMC formen parte de la solución multilateral a esta crisis que afrontamos. Ello debe ir acompañado de la prestación de apoyo a los países pobres con abundantes tierras y recursos naturales para que aumenten la producción de sus propios alimentos. A este respecto, valoramos las diversas iniciativas del Banco Mundial y el Banco Africano de Desarrollo, así como la iniciativa FARM de la presidencia de la UE, destinadas a prestar ese apoyo. Espero que mañana ustedes hagan colectivamente lo correcto y aprueben las propuestas que se nos han presentado.

Pasemos ahora a algunas cuestiones de larga data. La agricultura es fundamental para el funcionamiento de todos y cada uno de los países, pobres o ricos, grandes o pequeños. Las políticas nacionales en torno al sector suelen ser muy duras. Las negociaciones sobre la agricultura llevan en curso dos decenios y medio — más tiempo que las relativas a las subvenciones a la pesca —, y son pocos los acuerdos decisivos que se han alcanzado aparte del último sobre las subvenciones a la exportación concluido en Nairobi en 2015.

Muchos mandatos y Decisiones Ministeriales relativos a la agricultura no se han aplicado y, de hecho, desde hace ya casi un decenio no hay ningún texto acordado en el que trabajar y, en consecuencia, no hay negociaciones basadas en textos.

Muchos Miembros o grupos de Miembros tienen sus propias esferas prioritarias especiales dentro del programa relativo a la agricultura: constitución de existencias públicas, ayuda interna, mecanismo de salvaguardia especial, acceso a los mercados, algodón, etc. Al no haberse llegado este año a un consenso sobre la manera de cumplir los mandatos u obtener resultados en las esferas prioritarias, hemos tratado de presentar a los Ministros un proyecto de Decisión que asegure la continuación de los trabajos sobre la agricultura después de la CM12. Quiero dar las gracias a la Embajadora Gloria Abraham Peralta (Costa Rica) y al personal de la División de Agricultura y de la Unidad de Resultados por la ardua labor que han realizado para hacerlo posible.

Esperamos que los Ministros adopten esa Decisión para impulsar las negociaciones sobre la agricultura y la aplicación de los mandatos ya acordados y existentes.

No obstante lo anterior, varios Miembros y grupos de Miembros han presentado sus propias prioridades en materia de agricultura para que se tomen decisiones o se adopten. Confío en que los Ministros encuentren una manera de avanzar en la esfera de la agricultura para el período posterior a la CM12. No debemos permitir que se deje de lado la agricultura a causa de nuestras diferencias.

Pasando ahora a la pesca, quiero empezar dando las gracias al Presidente de las negociaciones sobre las subvenciones a la pesca, Embajador Santiago Wills (Colombia) y a todo el equipo que lo apoya por el trabajo realizado en relación con el futuro acuerdo destinado a reducir las subvenciones a la pesca perjudiciales que contribuyen a la sobrecapacidad y la sobrepesca, así como a eliminar las subvenciones que contribuyen a la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada (pesca INDNR). Este acuerdo futuro ilustra perfectamente el objetivo fundacional de la OMC consagrado en el preámbulo del Acuerdo de Marrakech: elevar los niveles de vida de las personas, crear empleo y apoyar el desarrollo sostenible.  Este acuerdo es crucial para los 260 millones de personas de todo el mundo cuyos medios de subsistencia dependen directa o indirectamente de la pesca marina. También es fundamental para la sostenibilidad de nuestros océanos, en los que, según los últimos estudios realizados, cerca del 50% de las poblaciones de peces de las que tenemos datos están sobreexplotadas.

¡Si logramos un resultado sobre la pesca habremos cumplido la meta 14.6 de los ODS! Insisto: 21 años son suficientes. ¿Cuánto tiempo habrá que esperar para contribuir de verdad a los objetivos de desarrollo sostenible del mundo? ¿Nos perdonarán nuestros hijos, nos perdonarán las mujeres y los hombres pobres que viven de la pesca, si permitimos que nuestros océanos se agoten?

La Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Océanos se celebrará dentro de dos semanas, y el mundo ha avisado de que en ella pedirá cuentas a la OMC. Por lo tanto, queridas amigas y amigos, estemos a la altura de las circunstancias y logremos de una vez por todas un acuerdo para someter a disciplinas las subvenciones a la pesca perjudiciales.

Sobre la reforma de la OMC. Es evidente que nuestras funciones básicas de vigilancia, negociación y solución de diferencias no han evolucionado de manera que refleje adecuadamente los rápidos avances económicos y tecnológicos de nuestro tiempo.

En lo que respecta a las negociaciones, es importante reafirmar que el enfoque multilateral, el todo único, es, con gran diferencia, el instrumento preferido. Pero, ¿es el único? ¿Podría ser apropiado un conjunto de instrumentos o enfoques de negociación diferentes? El enfoque multilateral ha dado pocos resultados en los últimos años, lo que ha inducido a muchos a recurrir, por pura frustración, a iniciativas plurilaterales. Nuestro enfoque basado en la adopción de decisiones por consenso, aun siendo democrático e igualitario — cualidades que hay que aplaudir — lleva a menudo a una situación de estancamiento, ya que un solo Miembro puede retrasar la adopción de lo que podría ser un buen acuerdo respaldado por muchos. Debemos reflexionar intensamente sobre la forma de modernizar nuestra función de negociación y de innovar con nuevos enfoques, mejorando al mismo tiempo los existentes. Vuelvo a repetir que el instrumento multilateral es el mejor y que tenemos que invertir en él.

La forma en que negociamos acuerdos, con conversaciones que se alargan innecesariamente durante varios años, está a su vez relacionada con el temor a vernos enredados en nuestro sistema de solución de diferencias, de modo que cada palabra, cada coma (muy acertadamente tal vez) se analiza para determinar su sentido jurídico o su posible interpretación. Para la mayoría de los Miembros, a la cabeza de la lista de reformas de la OMC está la reforma de nuestro sistema de solución de diferencias y su enfoque de doble instancia con el Órgano de Apelación. Me complace decir que los contactos entre los Miembros a nivel técnico han empezado ya a indicar la configuración o la forma que podría adoptar esa reforma.

También es necesario fortalecer nuestras funciones de vigilancia, notificación y transparencia, y crear capacidad cuando los países en desarrollo y menos adelantados la necesiten para participar de manera más efectiva. No cabe duda de que si queremos una OMC para el futuro debemos situar estos aspectos de la reforma de la Organización en el centro de nuestra labor.

Una parte fundamental de la reforma es asegurarnos de que la OMC obtenga resultados en favor de nuestros países en desarrollo y menos adelantados Miembros. Por eso es tan importante reafirmar la importancia del trato especial y diferenciado en el marco de la OMC. En nuestros acuerdos fundacionales se piden esfuerzos positivos para que los países en desarrollo y, especialmente, los menos adelantados puedan utilizar el comercio para impulsar su desarrollo económico.

El comercio es un instrumento de desarrollo, no un fin en sí mismo. De hecho, la entrada en los mercados internacionales de bienes y servicios de valor añadido ha sido históricamente el mejor camino hacia el desarrollo. Pero muchos de nuestros Miembros, demasiados, no han podido emprender ese camino o permanecer en él.

Por eso el trato especial y diferenciado sigue siendo necesario. Sería fantástico que los Miembros que no necesitan el trato especial y diferenciado porque están bien encarrilados dejen claro que no recurrirán a él, de modo que las flexibilidades puedan dirigirse a quienes las necesitan.

Naturalmente, las prioridades de los PMA merecen especial atención. Algunos de esos países han avanzado lo suficiente para graduarse, y están dispuestos a superar las dificultades que esa nueva situación pueda suponer. Tampoco debemos olvidarnos de las cuestiones de interés para grupos como el de los Cuatro del Algodón, que son prueba de la capacidad de la OMC para lograr resultados en favor de los países más pobres.

La reforma también debe abarcar otros aspectos, como las subvenciones industriales, agrícolas y de otro tipo y las cuestiones relativas a la igualdad de condiciones, de modo que el sistema multilateral de comercio basado en normas pueda seguir siendo previsible y transparente, y asegurar así la competencia leal y el libre flujo de bienes y servicios.

La reforma también significa utilizar el comercio como herramienta de inclusión socioeconómica, apoyando a las mujeres y a las microempresas y pequeñas y medianas empresas (mipymes) para que pasen a formar parte de las cadenas de valor regionales y mundiales. A este respecto, espero que podamos superar nuestras diferencias en el documento final, para que las mujeres puedan figurar como parte de lo que decimos.

El comercio se está volviendo digital y verde. La reforma significa preparar a la OMC para abrazar esos nuevos ámbitos y navegar por ellos. La conclusión de acuerdos que sustenten la economía de servicios, el comercio electrónico y el comercio verde en consonancia con el objetivo de reducir a cero las emisiones netas de carbono para 2050 será esencial. Me complace decir que los Miembros de la OMC ya están obteniendo resultados en estos nuevos ámbitos, ya sea en el marco del Acuerdo sobre la Reglamentación Nacional en el ámbito de los Servicios alcanzado el pasado mes de diciembre, de las negociaciones sobre el comercio electrónico y la facilitación de las inversiones, o de los debates estructurados sobre la sostenibilidad ambiental, el cambio climático y el comercio, y, por supuesto, del Grupo de Trabajo Informal sobre las Mujeres.

Una decisión importante que tienen que tomar ustedes en la esfera del comercio digital es la que atañe a la cuestión de la moratoria relativa a la imposición de derechos de aduana a las transmisiones electrónicas. Nunca he recibido tantas cartas de asociaciones empresariales de todo el mundo como en este caso. Confío en que los Ministros tengan el valor de adoptar la decisión correcta en este ámbito fundamental.

¿Qué tratamos pues de lograr en la CM12 en lo que se refiere al avance de la reforma de la OMC? Tratamos de que se adopte una decisión sobre el proceso. ¿Qué enfoque debe seguir la OMC para llevar a cabo esas reformas? ¿Qué enfoque facilitaría el logro de un acuerdo sobre el fondo de las reformas, sobre un programa de trabajo y sobre un calendario para comenzar a generar cambios para la CM13? Será importante para la credibilidad de la Organización llegar a un consenso sobre el proceso de reforma.

El programa que tenemos ante nosotros en la CM12 es apasionante. Pero también es difícil. En los próximos tres días tendremos que trabajar arduamente para forjar un consenso y obtener resultados en relación con los acuerdos, las declaraciones y las decisiones que se nos han presentado.

Mi sueño es que respondamos con hechos a ese programa. Pero fue Ellen Johnson Sirleaf quien dijo, y cito textualmente: “El tamaño de tus sueños siempre debe exceder tu capacidad real para alcanzarlos”. Y tiene razón. Pero los sueños se alcanzan paso a paso. Todos ustedes saben que la sobrecarga del sistema es un riesgo real en cualquier negociación. Tres resultados son mejor que dos, y dos son mejor que uno. Pero incluso un resultado es un paso mayor hacia nuestros sueños que si nos vamos a casa con las manos vacías.

Permítanme concluir diciendo que podemos y debemos obtener resultados. Dijo Nelson Mandela: “Todo parece imposible hasta que se consigue”. ¡Les ruego que lo consigamos! Consigamos que la CM12 sea una Conferencia a cuyo término podamos celebrar el éxito y saber que hemos sentado las bases para la vida después de la CM12, de cara a la CM13.

Gracias. Y gracias de nuevo al personal de la Secretaría de la OMC, cuya ardua labor hace posible esta reunión.

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