Las previsiones macroeconómicas del Fondo para
2010, más favorables coincidirán con un aumento de las corrientes
comerciales mundiales tras el “annus horribilis” vivido en 2009, y
alimentarán: el comercio mundial disminuyó un 12 por ciento en términos
reales, sobrepasando nuestras previsiones de una contracción del 10 por
ciento. Por si necesitáramos una confirmación de que el comercio mundial
es una, si no la única, correa de transmisión de las perturbaciones de
la demanda mundial, 2009 ha sido la demostración de esa interdependencia
de las economías de todos los continentes.
Hemos examinado las razones por las que la caída del comercio mundial ha
sido tan pronunciada en comparación con la del PIB (-12 por ciento
frente a -2,3 por ciento). Entre los factores “estructurales” cabe
mencionar el peso desproporcionado de algunas manufacturas, como los
bienes de consumo duraderos y los bienes de capital, en el comercio
total en comparación con su aportación al PIB total, así como el escaso
valor añadido de determinadas cadenas mundiales de suministro que, sin
embargo, generan un elevado número de operaciones comerciales. Ello se
debe en parte a que, lamentablemente, seguimos midiendo el comercio por
el volumen de las corrientes y no por su valor añadido. También
concurrieron razones temporales, como la escasez de fondos para
financiar el comercio y unas oscilaciones inusuales de las existencias
debidas a variaciones imprevistas de la demanda, que en conjunto
agravaron la caída del comercio. Teniendo en cuenta que estas últimas
son circunstancias “coyunturales”, no esperamos que la recuperación del
comercio en 2010 permita compensar totalmente su retracción anterior.
Nuestras estimaciones indican que el comercio mundial de bienes y
servicios crecerá en 2010 a un ritmo relativamente sólido del 9,5 por
ciento en términos reales. Las exportaciones de los países desarrollados
aumentarán un 7,5 por ciento y las expediciones del resto del mundo a
los países desarrollados más de un 11 por ciento. El comercio Sur-Sur
seguirá aumentando aún más, lo que sin duda impulsará la recuperación
mundial en los próximos años. Si distinguimos entre ritmo de crecimiento
y volumen total el comercio mundial tendría que seguir creciendo al
mismo ritmo otro año para alcanzar su nivel máximo de fines de 2008.
Coincido con el Fondo en que en este momento la recuperación no está
exenta de riesgos. Si bien el WEO [World Economic Outlook] indica que el
desempleo podría deberse al descenso de la producción y, por lo tanto,
no persistir a largo plazo, también señala que sólo disminuirá de manera
gradual. Muchos de los puestos de trabajo perdidos en los dos últimos
años en el sector industrial de las economías avanzadas no se
recuperarán. Durante una recesión, los precios relativos varían y el
cambio tecnológico suele mejorar la competitividad. Es posible que la
población desempleada no pueda acceder de manera inmediata a puestos de
trabajo más calificados. Sabemos que en esta recuperación, que en gran
medida se producirá sin creación de empleo al menos a corto plazo, el
riesgo de presiones proteccionistas es máximo.
Las autoridades políticas deben seguir actuando con la sensatez
demostrada durante la crisis para que los mercados se mantengan
abiertos, permitiendo que el efecto multiplicador del comercio propague
la recuperación de una región a otra. La apertura del comercio puede
seguir contribuyendo al crecimiento económico y la creación de empleo,
por lo que hay que aprovechar el estímulo que puede suponer el paquete
de medidas de la Ronda de Doha.
Quisiera concluir refiriéndome a la financiación del comercio. El
informe sobre el comercio mundial publicado por la CCI la semana pasada
indica que, pese a la mejora de esa financiación en los principales
mercados, es decir en el comercio Norte-Norte y transpacífico, los
mercados periféricos siguen teniendo graves dificultades. La confusión
entre riesgo-país y riesgo privado está dejando en la cuneta a los
países de bajos ingresos y los bancos no priman necesariamente la
financiación del comercio en sus actuales medidas de reestructuración,
prefiriendo actividades de mercado más lucrativas a corto plazo. Existe
un riesgo real de que los bancos internacionales se retiren de forma
permanente de los mercados de bajos ingresos, en un momento en que los
cambios de reglamentación pueden dificultar la actividad empresarial.
Debemos abordar este riesgo en los preparativos de la Cumbre del G-20 si
queremos que los países de bajos ingresos no tengan excesivas
dificultades para beneficiarse de la recuperación mundial.
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