WTO NOTICIAS: DISCURSOS — DG PASCAL LAMY

CUTS International and Partners — Nueva Delhi

 

Excelentísimos señores y señoras, estimados amigos.

Deseo comenzar mi intervención felicitando al Sr. Pradeep Mehta por su perfecto sentido de la planificación. Sería difícil pensar en un mejor momento para la celebración de esta Conferencia, y estoy especialmente agradecido a CUTS por la invitación y la oportunidad de venir a la India en esta coyuntura.

Antes de abordar el tema “Alianza mundial para el desarrollo”, deseo compartir con ustedes lo que nos comunicaron los Miembros de la OMC el pasado mes, dos días después de que los Ministros no lograran alcanzar un acuerdo sobre el pilar de la agricultura y el de los productos industriales de las modalidades de la Ronda de Doha: no hemos estado nunca tan cerca de un acuerdo. Y no es pura retórica. Esta es verdaderamente la situación en la que nos encontramos: lo que los Ministros y altos funcionarios lograron conseguir durante la semana que pasaron en Ginebra a finales de julio es algo francamente notable.

De hecho, en términos puramente técnicos, las cuestiones sobre las que ya se ha puesto de acuerdo el grupo de Ministros con los que celebré las consultas más intensivas (y cuyos países representan más del 80 por ciento del comercio mundial) serían suficientes para redactar listas de compromisos sobre la agricultura y el AMNA.

Ello no obstante, la realidad política es que todavía tenemos que resolver algunas cuestiones pendientes y forjar un consenso entre todos los Miembros antes de que podamos dar inicio al proceso de consignación en listas, que nos conduciría a la conclusión de la Ronda.

Entre estas pocas cuestiones pendientes, la más difícil es la que se refiere al mecanismo de salvaguardia especial para la agricultura destinado a los países en desarrollo. Existen dos posiciones divergentes sobre el llamado MSE, que resultó imposible conciliar durante la reunión de julio.

Una de ellas sostiene que los países en desarrollo necesitan tener una red de seguridad frente a los aumentos repentinos de las importaciones de productos agropecuarios a fin de que puedan proteger sus regímenes agropecuarios, y que debería resultar fácil utilizar esa salvaguardia.

La otra posición sostiene que, como todas las salvaguardias previstas en el GATT y la OMC, el MSE debería estar sujeto a determinadas condiciones y limitaciones, a fin de que no obstaculice las corrientes comerciales normales y que no se haga un uso excesivo de él.

A pesar de estas diferencias, los Miembros nos hicieron saber muy claramente en las reuniones plenarias celebradas al final de las conversaciones que no deben abandonarse las negociaciones en este momento. A juicio de los Miembros de la OMC, ahora se ha logrado demasiado para simplemente echarlo todo a perder.

Si digo esto es porque sigo estando convencido de que el mandato de la OMC relativo a la eliminación gradual de los obstáculos al comercio, configurado por normas comerciales multilaterales, constituye una contribución esencial al desarrollo y a la mejora del bienestar colectivo. El comercio es un instrumento de desarrollo. La conclusión satisfactoria de la Ronda, que haría frente a los obstáculos al comercio que hoy castigan especialmente a los países en desarrollo, puede ser un poderoso instrumento en manos de los países para luchar en favor del desarrollo.

Les voy a dar una cifra: si la Ronda terminara con éxito, el mundo vería reducida a la mitad la cuantía de los aranceles que se pagan hoy por las importaciones. Habría ahorros por valor de unos 150.000 millones de dólares EE.UU. en aranceles. Los países en desarrollo contribuirían con un tercio de los ahorros y se beneficiarían de dos tercios. Los países desarrollados contribuirían con dos tercios de los ahorros. De modo que, a fin de cuentas, los países en desarrollo se beneficiarían de dos tercios del aumento del acceso a los mercados resultante de la Ronda, y los países desarrollados, de un tercio. Esta es verdaderamente una Ronda para el desarrollo.

Todo ello no es más que un botón de muestra de lo que se podría llegar a ahorrar, pero no indica cuánto más crecería el comercio gracias a la reducción de los obstáculos. Se han publicado numerosos estudios y en ellos los resultados varían en función de las hipótesis de las que parten.

Tampoco nos dice de qué manera se distribuirían los beneficios del comercio en el seno de cada país. Ello está en manos de cada gobierno y depende en gran medida de las políticas internas, que van más allá del ámbito de competencia de la OMC.

Les voy a dar otro ejemplo: si la Ronda terminara con éxito, los Estados Unidos podrían ver reducida la cuantía de las subvenciones causantes de distorsión del comercio a 14.500 millones de dólares EE.UU. Es cierto, es más de lo que los Estados Unidos gastan actualmente. Pero si no se fija un tope, los Estados Unidos podrán gastar mucho más que esto en subvenciones causantes de distorsión del comercio tan pronto como bajen los precios de los alimentos. En realidad, lo han hecho en 8 de los últimos 10 años. También es cierto que esta cifra todavía es alta y que muchos de ustedes pensaban que se reduciría a cero. Pero seamos claros, sin la Ronda esa cuantía podría alcanzar los 48.000 millones de dólares EE.UU.

Volvamos a la OMC. La filosofía básica que comparten todos los Miembros de la OMC es que la apertura gradual de los mercados es positiva. Al mismo tiempo, sabemos que la apertura de los mercados, en sí misma, no es suficiente para crear y garantizar el desarrollo. Jamás insistiré lo suficiente en esta cuestión: la apertura del comercio sólo reportará beneficios reales si viene acompañada de otras políticas que den flexibilidad, y seguridad en el empleo: política de enseñanza, política de empleo, política de investigación y desarrollo, por mencionar sólo algunas.

Algunas de ellas deben aplicarse a nivel nacional y otras son eficaces sólo si se aplican a escala internacional mediante la acción conjunta de organismos especializados. Y ahí es donde cobra importancia el debate sobre la alianza mundial.

La coherencia entre las diversas políticas públicas internacionales — y son evidentemente complementarias — es absolutamente esencial.

Encauzar la globalización y forjar alianzas mundiales en favor del desarrollo presupone una cooperación internacional equilibrada en todos los sectores. La mejor política comercial no puede por sí misma fomentar el crecimiento y el desarrollo. Es necesario que las políticas macroeconómicas sólidas vayan acompañadas de políticas estructurales.

La OMC aboga por una apertura del comercio en la medida en que ésta desempeña un papel vital en el crecimiento y el desarrollo de los Miembros. Pero como ya he dicho, con esto no basta. Una economía abierta no es una panacea para todos los problemas ligados al desarrollo, ni tampoco tiene por qué ser fácil de conseguir, y en muchas circunstancias sólo será eficaz si se asienta en un contexto económico, social y político favorable y en un marco de políticas polifacético y coherente. Y eso también guarda relación con la coherencia internacional.

Por utilizar una expresión acuñada por nuestro Órgano de Apelación, la OMC no vive en “aislamiento clínico”. Los problemas mundiales requieren respuestas mundiales y la OMC debe ser parte del proceso conducente a esas respuestas.

Veamos ahora el ejemplo de la crisis de los precios de los alimentos. Las negociaciones de la OMC sobre las subvenciones a la agricultura y el acceso a los mercados forman parte de la solución a medio y largo plazo a la escasez de alimentos. Sabemos que tenemos que incrementar la producción agrícola en los países en desarrollo y que si la producción y las exportaciones de esos países han sido desalentadas es en parte debido a las subvenciones causantes de distorsión del comercio y a los elevados aranceles de los países ricos. El comercio puede servir para mejorar la conexión entre la oferta y la demanda. Y esto es así a nivel local, a nivel regional y a nivel mundial.

En este ámbito, como en otros muchos, la OMC mantiene un diálogo constante con otras organizaciones internacionales y, de hecho, reconoce valor jurídico a las normas elaboradas por ellas, como se ha puesto de manifiesto en numerosas ocasiones en las decisiones adoptadas en virtud del Entendimiento sobre Solución de Diferencias de la OMC.

En la práctica, todos los días tienen lugar intercambios entre secretarías de organizaciones internacionales (UNCTAD, FAO, PNUMA, Banco Mundial, FMI, bancos regionales de desarrollo, Organización Mundial de Aduanas, OCDE, etc.). La cooperación en la formulación de políticas económicas a escala mundial va mucho más allá de los mecanismos formales y específicos de la OMC.

Al intentar encontrar soluciones mediante alianzas mundiales también se contribuye a reforzar una gobernanza de nivel mundial, que considero necesaria si queremos que el mundo en que vivimos sea menos violento, ya se trate de violencia social, política, económica o contra el medio ambiente, y más pacífico, generoso y próspero. La existencia de normas comerciales estables y actualizadas, y de una OMC fuerte, reforzada con la conclusión satisfactoria del PDD, sería un paso decisivo en esa dirección.

Tengo constancia de que CUTS comparte esta opinión y actúa, mediante sus diversos programas, como interfaz entre la sociedad civil, el gobierno y las organizaciones internacionales, y es por ello que nos complace mucho ver reforzada su presencia con la apertura de una nueva oficina en Ginebra.

En estos tiempos turbulentos, en que el multilateralismo y la cooperación internacional reciben embates en muchos frentes, necesitamos más organizaciones como CUTS para que nos ayuden a construir los puentes necesarios.

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