DISCURSOS — DG ROBERTO AZEVÊDO

Diapositivas

Más información

  

Buenos días.

Bienvenidos a la OMC y a este evento de la serie "Diálogos sobre el Comercio".

Para empezar, deseo dar las gracias al Instituto Universitario de Altos Estudios Internacionales y del Desarrollo y al Centro de Comercio e Integración Económica por organizar hoy este evento. En el transcurso de los años, nuestras instituciones han establecido una importante colaboración. Me complace fortalecer este diálogo en el día de hoy.

Creamos la iniciativa de la OMC "Diálogos sobre el Comercio" precisamente con la finalidad de establecer una plataforma para interactuar con la comunidad comercial en su conjunto. Queríamos asegurarnos de que las partes interesadas pudieran poner de relieve cuestiones que consideran importantes, enriquecer los debates e impulsar conversaciones en el seno de la Organización.

El mundo académico es, naturalmente, un interlocutor de suma importancia. Ustedes, como semillero de nuevas ideas, contribuyen a poner sobre la mesa perspectivas distintas. A mi juicio, este intercambio es muy importante. Ayuda a garantizar que la investigación sea pertinente y que la elaboración de políticas se lleve a cabo con conocimiento de causa.

Y opino que nuestro debate de hoy es ciertamente muy oportuno.

En el evento de hoy se analizarán las tendencias futuras del comercio, en especial la repercusión de las nuevas tecnologías en las economías y las sociedades, tema que ocupa un lugar destacado en numerosos debates en todo el mundo.

No obstante, creo también que el momento elegido para este evento es especialmente oportuno. En el día de hoy, 30 de octubre, se celebra el septuagésimo aniversario de la firma del GATT, el predecesor de la OMC.

El GATT, al establecerse, pasó a ser uno de los primeros instrumentos de comercio multilateral. En el momento de su firma, en el año 1947, se lo consideró la negociación de mayor alcance jamás realizada en la historia del comercio mundial.

Si bien el GATT ayudó a dar forma al sistema multilateral de comercio tal como ahora lo conocemos, sus fundadores, al establecerlo, no podían prever hasta qué punto cambiaría la economía mundial, como tampoco podían presagiar la magnitud de esos cambios ni las dificultades que plantearían.

Por ejemplo, ahora el sistema multilateral de comercio es en sí mismo mucho más diverso e inclusivo.

Los Miembros fundadores del GATT fueron 23, que representaban alrededor del 70% del comercio mundial. En la actualidad, la OMC tiene 164 Miembros, en todas las fases de desarrollo, que representan alrededor del 98% del comercio mundial.

Pero, en comparación con 1947, se está produciendo además otro gran cambio estructural. La automatización, la digitalización y los nuevos modelos empresariales están revolucionando la economía mundial.

Las nuevas tecnologías están transformando totalmente la manera en que se producen e intercambian las mercancías, los servicios y la información.

Este proceso no tiene nada de nuevo, por supuesto. El vapor y las primeras máquinas impulsaron la revolución industrial en el siglo XIX. Gracias a la electricidad, las cadenas de montaje y la producción en serie, el nivel de vida experimentó un gran avance en el siglo XX. Y progresivamente nos fuimos adaptando a esos cambios, en particular en el mercado laboral.

Pero ahora, en el siglo XXI, son el ritmo y la rapidez de estos nuevos adelantos tecnológicos lo que no tiene precedentes.

Gracias a innovaciones como la contenedorización o la fibra óptica, las etapas de producción tienen lugar en países distintos.

En el decenio de 1980, Toyota producía coches "fabricados en Japón"; hoy día produce coches "fabricados en el mundo", con suministros y componentes procedentes de numerosos países.

Internet también ha tenido una gran incidencia en nuestras prácticas comerciales.

El comercio de servicios, de datos y de información registra un gran incremento en todas las plataformas digitales. Y sabemos que también el comercio tradicional de artículos manufacturados, productos agropecuarios o recursos naturales se beneficia cada vez más de las tecnologías digitales.

Entre 2013 y 2015, el valor del comercio en línea aumentó de 16 billones a 22 billones de dólares EE.UU., creándose así muchas más oportunidades en todo el mundo. Estas cifras seguirán incrementándose con gran rapidez. Se calcula que, solo en 2017, las ventas del comercio electrónico crecerán en más de un 23%.

Gracias a todo esto, surgen numerosas oportunidades para aprovechar el comercio como herramienta con la que promover el crecimiento y el desarrollo. Al mismo tiempo, estos avances tecnológicos sin precedentes también están generando grandes cambios estructurales en los mercados laborales.

El aumento de la productividad derivado de las nuevas tecnologías está reduciendo la demanda de mano de obra en los sectores más tradicionales, como son el agrícola o el manufacturero.

En el año 1900, la agricultura daba empleo a casi la mitad de los trabajadores franceses. En la actualidad, la proporción es inferior al 3%. De hecho, en el sector manufacturero de algunas economías, 8 de cada 10 puestos de trabajo se pierden debido al aumento de la productividad, no a una disminución del costo de las importaciones.

Por supuesto, esta llamada "cuarta revolución industrial" no va a hacer que desaparezcan todos nuestros empleos, pero sí trae consigo grandes cambios. Si bien estos procesos han dado lugar a avances en general, debemos reconocer que no todo el mundo ha podido beneficiarse y participar.

Tenemos que reaccionar ante eso y adaptarnos. Se trata de un desafío al que se enfrentan los gobiernos y las sociedades de todo el mundo, tanto en las economías desarrolladas como en las economías en desarrollo.

A fin de mantener viva esta conversación, el Informe sobre el Comercio Mundial de este año está dedicado precisamente al tema de la tecnología, el comercio y el empleo. Este mismo año también presentamos un informe conjunto con la OIT en el que se analizaba la relación entre la tecnología, el comercio y las competencias en la economía actual.

Esos informes suscitaron debates interesantes. En ellos se puso de manifiesto que el progreso económico sostenible y equilibrado dependerá de la capacidad de las economías para adaptarse a los cambios y promover una inclusividad mayor.

Puede que no exista una solución única aplicable a todos para hacer frente a esas dificultades, pero, a este respecto, hay determinadas políticas que pueden desempeñar una función importante, por ejemplo:

  • políticas más activas en relación con el mercado laboral,
  • la prestación de apoyo a los trabajadores, y
  • políticas educativas encaminadas a dotar a las personas de las competencias necesarias para participar en una economía mundial centrada en la información.

Gran parte de estos esfuerzos tendrán que realizarse a nivel nacional. También pienso que al sistema multilateral de comercio le corresponde desempeñar un papel constructivo para fomentar la inclusividad.

Aunque los cimientos de este sistema se asentaron hace 70 años, su arquitectura -fundada en principios como la transparencia, la previsibilidad y la no discriminación- sigue siendo esencial para el funcionamiento adecuado de la economía mundial actual.

A un nivel más esencial, todos constatamos el valor del sistema de comercio durante la crisis financiera. En el decenio de 1930, las medidas proteccionistas eliminaron dos tercios de las corrientes comerciales, y las consecuencias fueron devastadoras.

En la crisis de 2008, no se observó una repercusión de la misma magnitud, precisamente porque los Gobiernos sabían que estaban vinculados por normas comunes. Se aferraron al cumplimiento de las normas convenidas, y estas normas convenidas son muy claras. Sabemos cuándo se está cruzando una línea roja, cosa que no se vio en el decenio de 1930.

Según nuestros sistemas de vigilancia, las restricciones al comercio impuestas por las economías del G-20 desde la crisis de 2008 afectan solo al 4,25% del comercio mundial, lo que indica que el sistema cumple el cometido para el que se creó.

Al mismo tiempo, pienso que podemos hacer más para que el sistema sea más inclusivo, para que haga frente a los desafíos de nuestros tiempos, sin dejar de respetar estos principios esenciales.

En última instancia, está en manos de los Miembros; y, a mi juicio, disponemos de una buena base en la que apoyarnos.

Los recientes logros de la OMC en las Conferencias Ministeriales de Bali y Nairobi muestran que los Miembros pueden obtener resultados significativos en apoyo del crecimiento, el desarrollo, la inclusividad y la creación de empleo.

Nuestra próxima Conferencia Ministerial se celebrará en Buenos Aires en diciembre, y puede ser otra oportunidad para hacer avances.

Hay conversaciones en marcha en diversos frentes. Confío en que cuando nos vayamos de Buenos Aires, los Miembros tengan la firme determinación de fortalecer el sistema de comercio, y que esté claro cómo seguir para hacer avanzar nuestra futura labor.

El sistema mundial de comercio ha sido -y seguirá siendo- una obra en curso. Hemos recorrido un largo camino en los últimos años, y ahora debemos ir más lejos.

Debemos velar, especialmente en esta época de rápidos cambios económicos, por que el sistema multilateral de comercio ayude a aprovechar al máximo las oportunidades ofrecidas por la tecnología y a atenuar cualquier efecto adverso.

Trabajando juntos, podemos asegurarnos de que el sistema económico mundial sea más inclusivo y de que sus beneficios lleguen a todos.

Les deseo éxito en este evento y espero con interés tener noticias de sus debates.

Muchas gracias.

Compartir


Compartir


Fotos
Photo gallery Ver diapositivas

Si tiene problemas para visualizar esta página,

sírvase ponerse en contacto con [email protected], y proporcionar detalles sobre el sistema operativo y el navegador que está utilizando.