Observaciones del Director General Azevêdo

Excelencias,
Señoras y señores:
Buenas tardes y bienvenidos a esta recepción para conmemorar el centenario de la Organización Internacional del Trabajo.

Nos acompañan algunos invitados muy distinguidos, entre ellos:

• la Sra. Silvia Elena Alfaro Espinosa, Presidenta del Consejo de Administración de la OIT;
• la Sra. Catelene Passchier, Vicepresidenta, y otros miembros del Consejo de Administración;
• el Sr. Guy Ryder, Director General de la OIT;
• y el Sr. Pierre Maudet, Consejero de Estado del cantón de Ginebra.

Es un placer tenerlos aquí con nosotros.

Antes que nada, permítanme felicitarlos.

El hecho de que celebremos esta ceremonia en la OMC reviste un significado especial para todos nosotros. Este edificio, el Centro William Rappard, es la antigua sede de la OIT.

Al entrar por la puerta principal se puede ver una obra de arte titulada "Construyendo el futuro", que contiene el texto fundacional de la OIT, consignado en el Tratado de Versalles.

Su mensaje es que la paz debe fundarse en la justicia social y que esta última, a su vez, depende de los derechos de los trabajadores.

Es un recordatorio constante para los Miembros de la OMC de que deben luchar por mejorar las condiciones de vida y lograr el pleno empleo en todo el mundo. De hecho, ambos objetivos están consagrados también en el acuerdo fundacional de la OMC.

De modo que las dos organizaciones tienen mucho en común.

En los últimos años, mi amigo Guy Ryder y yo hemos unido fuerzas en una serie de iniciativas para seguir consolidando esta asociación. Y ello me enorgullece mucho.

Creo que, en estos tiempos de grandes cambios económicos, esto es más importante que nunca.

Los avances tecnológicos están produciendo cambios profundos en el mundo del trabajo, así como en el comercio mundial.

La forma de adaptarnos a esta revolución supone un reto definitorio para ambas organizaciones.

Sin embargo, al ver la historia de la OIT, no tengo dudas de que estaremos a la altura de las circunstancias.

Hoy celebramos parte de esa historia con la exposición que tienen a su alrededor.

Esta exposición refleja la evolución del edificio a lo largo de la época en que fue sede de la OIT. Se exhiben también retratos del primer Director de la OIT, Albert Thomas, y del primer Presidente del Consejo de Administración de la OIT, Arthur Fontaine.

Tenemos las tres llaves originales del edificio, hechas en 1926 para reflejar la naturaleza tripartita de la labor de la OIT, y 12 retratos de auténticos "ciudadanos del mundo" que han pasado parte de su extraordinaria vida entre las paredes de este edificio.

Así que permítanme dar las gracias a todos los que han participado en la organización de esta magnífica exposición. En particular, a:

• Said El Hachimi
• Maria Bressi
• Jesús Galán Sánchez
• Edmundo Murray, y
• otros muchos colegas de la OMC que han contribuido a este proyecto.

Vaya mi agradecimiento también a Antoinette Juvet-Mir, Remo Becci y a su equipo de la OIT.

Los animo a que admiren las obras exhibidas. Edmundo y Remo estarán a su disposición para responder cualquier pregunta que puedan tener.

Me complace anunciarles que Guy les hablará de otra importante obra de arte que desvelaremos esta tarde, pero dejaré que sea él quien les cuente los detalles.

Permítanme terminar con una última reflexión.

Celebrar el centenario de la OIT es celebrar 100 años de multilateralismo.

Desde luego, el multilateralismo no es perfecto. No resuelve las diferencias y desavenencias por arte de magia, pero sí nos da los medios para resolverlas de una manera pacífica y cooperativa.

Con toda certeza, es tan importante hoy como lo ha sido siempre.

Estamos empezando un nuevo siglo de multilateralismo. Trabajemos juntos para darle forma y consolidarlo, de manera que tengamos aún más motivos para celebrar en los años venideros.

Ahora sí, le cedo la palabra a Guy.

Muchas gracias a todos y disfruten de la velada.