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1 La OMC puede ... bajar el costo de la vida y elevar los niveles de vida

Todos somos consumidores.

El precio de la comida y de la ropa, de los artículos de primera necesidad y los de lujo, se ve afectado por las políticas comerciales.

La OMC puede ...

...bajar el costo de la vida y elevar los niveles de vida
...resolver diferencias y reducir las tensiones comerciales
...estimular el crecimiento económico y el empleo
...reducir el costo de las actividades comerciales a nivel internacional
...fomentar la buena gobernanza
...contribuir al desarrollo de los países
...hacer que se oiga más a los débiles
...contribuir al medio ambiente y la salud
...contribuir a la paz y la estabilidad
...ser eficaz sin salir en los titulares de prensa

 

Diferencia de opiniones:
la cuestión de la seguridad alimentaria

La seguridad alimentaria es el gran problema que nadie quiere ver, y al que la OMC tiene que hacer frente.  El comercio no dio de comer a quienes pasaban hambre cuando los alimentos eran baratos y abundantes, y aun hay menos posibilidades de que lo haga ahora que los precios están por las nubes.  El valor de las importaciones mundiales de alimentos ascenderá a 1,3 billones de dólares en 2011, y la factura de las importaciones de alimentos de los países menos adelantados ha aumentado más de un tercio en el último año.  El G-20 ha reconocido que la excesiva dependencia de las importaciones de alimentos ha dejado a los ciudadanos de los países en desarrollo cada vez más expuestos a los aumentos súbitos de los precios y a la escasez de alimentos.  Ahora le toca reconocerlo a la OMC.

 

 

— Olivier De Schutter, Relator Especial sobre el derecho a la alimentación, "Food security hostage to trade in WTO negotiations – UN right to food expert" (La seguridad alimentaria, rehén del comercio en las negociaciones de la OMC – Experto de las Naciones Unidas en derecho a la alimentación), sitio Web de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, 16 de noviembre de 2011

 

En primer lugar, el comercio no es -nunca lo ha sido- la solución mágica a todos los problemas.  Ni para la seguridad alimentaria ni para cualquier otra cosa, en realidad.  El comercio ofrece ventajas importantes y, si funciona bien, reduce los costos, mejora las opciones de los consumidores y ayuda a gestionar los riesgos.  Pero basarse en exceso en el comercio -bien sea como importadores o como exportadores- plantea riesgos reales para la economía y para la seguridad alimentaria.

 

 

—Gawain Kripke, Director de Política e Investigación de Oxfam América, "Finding some focus:  Trade and food security, the politics of poverty" (Concentrémonos:  el comercio, la seguridad alimentaria y los aspectos políticos de la pobreza), sitio Web de Oxfam América, 6 de junio de 2012

 

Discrepo profundamente con su afirmación de que para conseguir sus objetivos de seguridad alimentaria los países han de reducir su dependencia del comercio internacional. Por el contrario, la mayoría de los expertos de las Naciones Unidas coinciden en que el comercio internacional forma parte de la solución necesaria para alcanzar la seguridad alimentaria.

El Equipo de Tareas de Alto Nivel de las Naciones Unidas sobre la Crisis Mundial de la Seguridad Alimentaria señaló que '[u]nos mercados internacionales más liberalizados contribuirían a la seguridad alimentaria y nutricional mundial mediante el incremento del volumen de comercio y del acceso a diversas fuentes de importaciones de alimentos' […]

En un informe interinstitucional preparado para el G-20 se decía, por ejemplo, que 'el comercio es un componente fundamental de cualquier estrategia de seguridad alimentaria' y que 'las políticas que distorsionan la producción y el comercio de productos agrícolas podrían impedir el logro de la seguridad alimentaria a largo plazo'. […]

De hecho, nuestros Miembros negocian para que haya mayor igualdad de condiciones en la agricultura a fin de mejorar su capacidad para alcanzar la seguridad alimentaria .

— Pascal Lamy, Director General de la OMC, carta a Olivier De Schutter, 14 de diciembre de 2011

El proteccionismo es caro:  hace que los precios aumenten.  El sistema global de la OMC reduce los obstáculos al comercio mediante la negociación se basa en el principio de la no discriminación.

El resultado es que los costos de producción son menores (ya que las importaciones utilizadas para elaborar un producto son más baratas), al igual que los precios de los productos acabados y de los servicios.  Además, hay más donde elegir y en última instancia el costo de la vida es más bajo.

En otra parte, nos centramos en los problemas que pueden causar las importaciones.  Aquí nos centramos en el efecto que tiene en nosotros, los consumidores.

Los ingresos mundiales pueden aumentar.  Según el Gobierno de los Estados Unidos, desde 1945, la apertura del comercio ha hecho que los ingresos anuales aumenten en ese país 1 billón de dólares, es decir, 9.000 dólares por hogar.  Según el Gobierno, gracias a dos grandes acuerdos concluidos en el decenio de 1990 -la Ronda Uruguay de la OMC y el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, concluido entre los Estados Unidos, el Canadá y México- el poder adquisitivo de una familia media americana de cuatro miembros ha aumentado entre 1.300 y 2.000 dólares al año.  La Unión Europea, que al crear su mercado único puso en marcha la tercera gran liberalización de finales de siglo, calcula en unos 600 euros anuales los beneficios que obtiene el consumidor europeo medio gracias a la mayor variedad de bienes y servicios, a lo que hay que añadir la ventaja de contar con precios más bajos.

Los alimentos son más baratos si se reduce la protección.  Si un país protege su agricultura, los alimentos son artificialmente caros.  Cuando la protección es especialmente alta -como sucede cuando los precios del mercado tienden a ser bajos-, los efectos pueden ser enormes.

Se calcula que en 1997 la protección de la agricultura hizo aumentar los precios de los alimentos en torno a 1.500 dólares al año para una familia de cuatro miembros en la Unión Europea, y que en el Japón representaba en 1995 el equivalente de un impuesto del 51 por ciento sobre los alimentos.  En solo un año (1998), los consumidores estadounidenses pagaron 3.000 millones de dólares más por los alimentos solo para apoyar el azúcar.

Pero también hay una paradoja.  La protección y las subvenciones en los mercados ricos aumentan los precios a nivel nacional, pero los hacen bajar en el exterior, en los mercados mundiales, en especial en los países pobres.  Si la reforma en los países desarrollados aumenta los precios mundiales, puede que los consumidores de los países pobres sufran los efectos, pero sus agricultores recibirán precios más realistas, lo que les animará a producir más y mejorará el suministro en el país.

Todo esto hace que negociar la reforma del comercio de productos agrícolas sea complejo.  Los gobiernos siguen hablando del papel de las políticas agrícolas en toda una serie de esferas, desde la seguridad alimentaria a la protección del medio ambiente.

Pero los Miembros de la OMC están reduciendo las subvenciones y los obstáculos al comercio que más daño causan.  Y están negociando para seguir reformando la agricultura.

Estos temas se han incluido en un programa de trabajo más amplio, el Programa de Doha para el Desarrollo, que se puso en marcha en la Cuarta Conferencia Ministerial de la OMC, celebrada en Doha (Qatar), en noviembre de 2001.

La ropa es más barata.  Al igual que la agricultura, el comercio de ropa y productos textiles también se ha reformado, aunque sigue habiendo una cierta protección.  En los momentos de máxima protección, el costo para los consumidores era elevado.

En los Estados Unidos, las restricciones a la importación, junto con altos derechos de aduana, encarecían los productos textiles y las prendas de vestir en un 58 por ciento a finales del decenio de 1980, durante los primeros años de las negociaciones que dieron lugar a una reforma mundial, la Ronda Uruguay de negociaciones que culminó en la creación de la OMC.

Se calcula que los consumidores del Reino Unido pagaban unos 500 millones de libras más al año por sus prendas de vestir debido a esas restricciones.  Para los canadienses, la factura ascendía a unos 780 millones de dólares canadienses.  En el caso de los australianos, cada familia media habría gastado 300 dólares australianos más al año si en ese período Australia no hubiese reducido sus derechos de aduana.

La reforma del comercio de productos textiles y prendas de vestir emprendida por la OMC se completó en 2005 y supuso, entre otras cosas, la eliminación de las restricciones cuantitativas a las importaciones.

Incluso ahora, los derechos de importación sobre los productos esenciales más baratos pueden representar una carga desproporcionada para los más necesitados.

Los economistas calculan que, si también se eliminasen los derechos de aduana sobre los textiles y las prendas de vestir, a nivel mundial se obtendría un beneficio de unos 23.000 millones de dólares:  12.300 millones en los Estados Unidos, 800 millones en el Canadá, 2.200 millones en la UE y 8.000 millones en los países en desarrollo.

Lo mismo se aplica a otros productos…

Por ejemplo, se calcula que, en su momento de mayor esplendor, a principios del decenio de 1980, los contingentes de automóviles importados en los Estados Unidos reportaban a los fabricantes japoneses 5.000 millones de dólares al año de beneficios adicionales (lo que representaba un costo adicional para los consumidores), ya que podían vender los automóviles que exportaban dentro del contingente por un precio más alto.

A pesar de esta protección, la industria automovilística estadounidense siguió perdiendo cuota de mercado.  Los fabricantes extranjeros eludieron ese obstáculo pasando a fabricar automóviles en los Estados Unidos.

Otros muchos países también han protegido su sector automovilístico.  Por ejemplo, en la República de Corea, la combinación de un arancel del 8 por ciento y una serie de impuestos en función de la cilindrada agrega unos 9.000 dólares al precio de un automóvil importado, que es de 30.000 dólares.

… y servicios.  En 2008-2010, Tanzanía, Uganda y Mozambique estuvieron entre los países africanos en los que más bajaron las tarifas telefónicas, de Internet y otros servicios de comunicaciones.  Según los cálculos de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), en Asia las mayores bajadas tuvieron lugar en Bhután y Bangladesh.  La apertura del mercado que se ha producido recientemente en los países menos adelantados está empezando a dar frutos.

De 2008 a 2010, los precios de Internet de banda ancha en los países en desarrollo (en proporción del producto interior bruto, PIB) bajaron con mucha más rapidez que en los países ricos, un 52 frente a un 35 por ciento.  Hoy en día, casi ningún país permite que los servicios de Internet se suministren en régimen de monopolio.

En general, según los datos de la UIT, las regiones que han sido más lentas y más tímidas a la hora de liberalizar las telecomunicaciones — el Oriente Medio y África — tienen precios medios más altos que regiones como Europa, las Américas y Asia, que empezaron antes las reformas.

Esto beneficia a las empresas y a los ciudadanos.  Las reducciones de precio y el hecho de que el servicio sea más asequible gracias a la apertura del mercado en todo el mundo hacen que aumente el número de pequeñas y medianas empresas que acceden a los servicios de telecomunicaciones.

A menudo, los aranceles perjudican a los pobres.  Según estudios realizados en los Estados Unidos, hay diversos productos que consumen los grupos de población con menores ingresos, desde zapatos de deporte a ropa interior o camisetas, y otros muchos, que se gravan con aranceles más altos, lo que significa que esos consumidores pagan aranceles entre cinco y diez veces más altos

que los que pagan las familias de clase media o alta en las tiendas más exclusivas.  Los países exportadores pobres, como Camboya y Bangladesh, también salen perjudicados, ya que tienen que hacer frente a aranceles 15 veces más elevados que los que se aplican a los países ricos y a los exportadores de petróleo.

Y así sucesivamente.  Este sistema, del que ahora se encarga la OMC, existe desde hace más de 60 años.

En ese período ha habido ocho grandes rondas de negociaciones comerciales.  Los obstáculos al comercio en todo el mundo son los más bajos de la historia del comercio contemporáneo.  Y siguen bajando, de lo cual todos nos beneficiamos.

 

 

Se calcula que en 1997 la protección de la agricultura encareció los precios de los alimentos en torno a 1.500 dólares al año para una familia de cuatro miembros en la Unión Europea.

 

 

 

Desde 1945, la apertura del comercio ha aumentado los ingresos anuales de los hogares estadounidenses en 9.000 dólares.

 

 

Antes de los impuestos Después de los impuestos
 

En la República de Corea, el proteccionismo en el sector automovilístico encarece en torno a un 43 por ciento el precio de los automóviles importados.

 

 

 

 

 

 

 

Según quienes critican el proteccionismo en la agricultura, los consumidores y los gobiernos de los países ricos han pagado 350.000 millones de dólares al año para ayudar al sector agrícola, suficiente para que sus 41 millones de vacas lecheras den una vuelta y media al mundo en primera.