Los países en desarrollo, en particular, deberían invertir en la capacidad y las competencias necesarias para lograr una participación efectiva en instituciones y organismos multilaterales, como la OMC y el Codex Alimentarius, el principal organismo internacional de normalización alimentaria del mundo.

En la publicación Comercio y normas alimentarias se explica de forma concisa cómo se establecen y aplican las normas alimentarias internacionales y se aboga por una mayor participación de los países en desarrollo tanto en los procesos armonizados de elaboración de normas alimentarias en el Codex Alimentarius como en los Comités de Medidas Sanitarias y Fitosanitarias (MSF) y de Obstáculos Técnicos al Comercio (OTC) de la OMC.

"Cuando las normas alimentarias y el comercio internacional van de la mano, ayudan a garantizar la inocuidad de los alimentos, así como la mejora de la nutrición en todo el mundo. Esto puede contribuir a promover el crecimiento y el desarrollo y a avanzar en los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible", afirmó el Director General de la OMC, Roberto Azevêdo. Su discurso íntegro está disponible aquí.

Una colaboración más eficaz también puede hacer que el mercado internacional de productos agropecuarios, de 1,7 billones de dólares EE.UU., sea más inclusivo y permita la participación de los pequeños productores y elaboradores de alimentos en las cadenas de valor de gran escala. Para lograrlo, los Gobiernos deben prestar atención a las políticas alimentarias y lograr un consenso nacional sobre sus prioridades en esta materia.

Este enfoque es cada vez más necesario en un momento en el que los consumidores se preocupan cada vez más por los microbios, los plaguicidas, los aditivos alimentarios y la nutrición, y en el que ha aumentado considerablemente la capacidad tecnológica para controlar la calidad, la inocuidad y el origen de los productos alimenticios.

El Director General de la FAO, José Graziano da Silva, explicó que "la inocuidad de los alimentos y las normas alimentarias son fundamentales para aprovechar el potencial del comercio, un instrumento importante para combatir el hambre. Los sectores público y privado, las entidades de todos los segmentos de la cadena de valor de los alimentos, las organizaciones de la sociedad civil, y las instituciones académicas y de investigación desempeñan distintas funciones, todas esenciales para el desarrollo de sistemas sólidos y creíbles de gestión de la inocuidad de los alimentos".

Hoja de ruta para la participación

El organismo central de la normalización alimentaria es el Codex Alimentarius, administrado conjuntamente por la FAO y la Organización Mundial de la Salud (OMS). Desde su creación en 1963, el Codex, cuyos 188 miembros representan el 99% de la población mundial, ha promulgado normas, directrices y códigos de prácticas alimentarios que abarcan casi 200 productos alimenticios y más de 300 aditivos alimentarios y ha definido casi 5.000 límites máximos de residuos de plaguicidas.

El Acuerdo MSF y el Acuerdo OTC de la OMC establecen las normas básicas relativas a la forma en que los Gobiernos pueden aplicar medidas de inocuidad de los alimentos y de sanidad animal y vegetal, así como reglamentos técnicos orientados a objetivos de política, incluidos los relativos a la salud y la seguridad de las personas, la protección del medio ambiente y la información al consumidor. En el Acuerdo MSF se hace referencia específica a las normas elaboradas por el Codex en materia de inocuidad de los alimentos, y los Miembros de la OMC citan con frecuencia esas normas en los debates del Comité OTC.

Aunque las economías emergentes han empezado recientemente a aumentar su participación en los comités fundamentales del Codex y la OMC, los niveles de participación de muchos países menos adelantados Miembros siguen siendo bajos.

Un mensaje clave de la publicación es que los países obtendrán aprovecharán mejor su participación en esa labor si reúnen a funcionarios públicos y a expertos en agricultura y ganadería, salud, industria y comercio, así como a asociaciones de consumidores y productores, para determinar las prioridades nacionales en materia de inocuidad de los alimentos y calidad e identificar posibles medios para abordarlas.

Desafíos futuros

La publicación también ilustra algunos de los factores que impulsan el cambio en la esfera de la reglamentación alimentaria —como la digitalización, las nuevas tecnologías de producción y elaboración, y el comercio electrónico, así como las tendencias en materia de etiquetado, los nuevos acuerdos comerciales y la evolución de las pautas de alimentación y preferencias de los consumidores— que repercutirán de forma cada vez más profunda en el panorama del comercio de productos alimentarios y de su inocuidad.

La rastreabilidad de los productos alimentarios es obligatoria en cada vez más ámbitos para responder con celeridad a los brotes de enfermedades transmitidas por los alimentos. Los métodos para medir la presencia de radiación, plaguicidas y otros contaminantes químicos en los productos alimenticios son cada vez más sensibles y ponen de relieve la creciente importancia de la capacidad de los países en desarrollo para evaluar los riesgos conexos y para gestionarlos y comunicarlos adecuadamente.

Esta evolución plantea enormes desafíos a muchos países en desarrollo que a menudo cuentan con sistemas incipientes de control, inspección y certificación de los alimentos y con cadenas de suministro fragmentadas y no bien desarrolladas. La OMC, la FAO y otras organizaciones han creado una asociación, el Fondo para la Aplicación de Normas y el Fomento del Comercio (STDF), para difundir prácticas óptimas y ofrecer apoyo a proyectos que ayuden a los países en desarrollo a mejorar el acceso a los mercados mediante la observancia de las normas internacionales.

La publicación Comercio y normas alimentarias puede descargarse aquí.